domingo, 26 de abril de 2015

Instrucciones para elaborar un discurso postelectoral estándar en 12 pasos


Por Dolores Argentina





1º. Sonría: no importa si sacó el 5%, debe parecer feliz. Levante las manos, es un gesto infalible.
 
2º. Salude a quienes están debajo del escenario como si los conociera de toda la vida. Finja expresiones como «¿qué hacés, Cacho?» o «¿viste? ¡Te dije que llegábamos!», aunque no conozca a nadie ni sepa a ciencia cierta a dónde ha llegado.

3º. Intente hablar. Omita decir «a ver si se callan estos pelotudos» o cosas por el estilo. Sonría y levante las manos. Si sabe bailar, hágalo. Si baila como Mauricio Macri, mejor quédese quieto.

4º. Comience su discurso con un gracias. Aunque no sepa bien por qué. Eso se resuelve sobre la marcha. Agradezca primero que nada a la democracia y a los demás candidatos. Éste es el negocio que nos une a todos, no lo olvide.



5º. Agradezca a la gente: a los que lo votaron y a los que no. Dígalo como si fuera una originalidad suya.

6º. Haga una pausa para que los (pelotudos) militantes canten algo, salten y aplaudan... si es que se avivan. En caso contrario indique con la manito que tienen que saltar. Siempre sonriendo.

7º. Agradezca nuevamente. Si tiene un jefe político, nómbrelo levantando la voz. Usted bien sabe el refrán: «hacéte amigo del juez, no le dés de qué quejarse…», como dijo Martín Fierro. O el Viejo Vizcacha, es lo mismo.

8º. Agradezca al Partido. Hágalo como si su lealtad fuera incondicional. No escatime críticas sutiles a los demás partidos. Si usted un día cambia de facción, nadie se acordará de sus palabras. Incluso es probable que nadie se acuerde de sus palabras dentro de cinco minutos.

9º. Llegado a este punto usted puede agradecer también a su mamá, a su papá, a su señora, a su perrito, a Pitu, Choli, Tito, Lalo, Troli y toda la gente que se le ocurra. Omita los punteros y los que pusieron plata en la campaña… ellos ya tendrán lo suyo. O más bien, lo nuestro.

10º. Lo felicitamos: ha concluido satisfactoriamente con la fase de los agradecimientos. A continuación comienza su discurso. Es probable que usted haya consumido ya unos 2 minutos y medio agradeciendo. Le quedan, por tanto, unos treinta segundos para hablar… Vuelva a indicar a los (pelotudos) militantes que salten y griten, a ver si le dan un respiro. Esto de ser dirigente político es tarea ardua en la Argentina. Piense. No demasiado porque podría chamuscar sus neuronas. Si usted es Cristina Kirchner, aproveche para acomodar los micrófonos. Hágase a la idea: intentará usted hablar los siguientes treinta segundos sin decir nada ni tampoco dejar de decirlo. Usted me entendió, no se haga el boludo. Los (pelotudos) militantes se están callando… preparados… en sus marcas… listos…

11º. Ha comenzado la parte crítica del discurso. Acuda a las siguientes frases por si no se le ocurre otra mejor (tres por $1): «somos el cambio», «somos el diálogo», «el otro no es un enemigo», «estamos por los trabajadores», «esto recién empieza» o «hay equipo». En la medida de lo posible, sería bueno que intente agregar alguna frase suya a las arriba citadas. No, señor, no puede comprarlas todas. Señor, en castellano no se dice «creo de que…» sino «creo que…». Tampoco se dice… bueno ya pasaron sus 30 segundos. Termine antes de cagarla de nuevo.

12º. No se olvide de levantar los puños en señal de victoria al terminar su discurso. Sí, aunque entre siete precandidatos su fuerza haya sacado sólo el 18%. Abrace a sus compañeros. Emociónese si puede.

13º. Recuerde sonreír. Siempre. Y levantar los brazos.





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