sábado, 2 de mayo de 2015

Adiós al proyecto de un "Municipio Laico"




por un vasallo de Nuestro Señor


Hace un tiempo atrás, más precisamente a fines del año pasado, tomábamos conocimiento de una noticia que nos llenaba de enojo, tristeza y hasta –hay que confesarlo- un poco de temor. Se había presentado un proyecto para la eliminación de las imágenes religiosas de los espacios públicos y la no utilización de nombres con contenido religioso en establecimientos educativos o sanitarios.
No fue difícil saber quién estaba detrás. La APDH volvía a hacer de las suyas. Ahí fue donde nos quedamos un poco más tranquilos. No les había ido bien tratando de hacer más laica la enseñanza pública, buscando por la vía judicial eliminar la festividad de la Virgen del Carmen de Cuyo y del Patrón Santiago. Entonces… buscaron otra vía.
En esta ocasión querían que El Honorable Concejo Deliberante de San Rafael aprobase este proyecto suyo, convirtiéndolo así en ordenanza municipal.
Habiendo tomado conocimiento de esto, muchas agrupaciones, comenzaron a moverse para no permitir que este proyecto fuese aprobado. No costó mucho ver la adhesión masiva de la gente a nuestro ideal. Escuchábamos frases como: “¿Por qué quieren sacar las imágenes?”, “¿No hay otros asuntos más urgentes en que se podrían ocupar los de los derechos humanos?”.[1]
 
El sentido común de los sanrafaelinos afloraba doquier. Salvo pocos casos, la tendencia era clara: ¡No queremos que saquen las imágenes! ¡Son parte de nuestro Departamento!
Tuvimos ocasión de conocer toda esta realidad en la juntada de firmas que se llevó a cabo durante dos fines de semana. En tan breve tiempo, se juntaron alrededor de 7000 firmas que, posteriormente, fueron anexadas al expediente.
Sabemos que el número no determina la realidad, y que una cosa será buena y verdadera por sí misma y no porque la mayoría así lo considere. Pero, este dato venía a ser uno más de los argumentos que enrolábamos en nuestro haber.
Pero no sólo fue esto lo que se agregó al expediente. Se incluyeron escritos de otras instituciones, para ayudar a los concejales a la hora de decidir, para apoyar su manifestación en argumentos históricos, culturales, sociales y jurídicos. A su vez otras instituciones presentaban escritos respaldando el proyecto. El expediente crecía día a día.

Llegó el día
Luego de que el asesor letrado del Concejo Deliberante elaborara un dictamen[2] pidiendo que se rechazara el proyecto, se anunció que el día 20 de abril, el tema sería tratado, sería incluido en el orden del día de la esa sesión.
 Mucha gente se concentró en el lugar. La bandera parecía una sola: ¡No al proyecto! O al menos, si hubo allí gente que quisiese su aprobación, nadie lo notó.
A las 10 AM comenzaba la sesión. Pasaban temas por el orden del día y los minutos parecían interminables hasta que se llegara al punto que nos convocó.
Cuando se nombró el expediente acerca del “Municipio Laico” comenzó a crecer la expectación. Eran once las personas que tenían en sus manos algo tan delicado como dejar o no las imágenes religiosas en su lugar. [3]
Uno de los concejales tomó la palabra, Barandalla, y manifestó que ya los concejales lo habían previamente comentado: por unanimidad se rechazaría el proyecto. Instintivamente brotó un caluroso aplauso de los allí presentes. Siguieron dos breves intervenciones, una de la concejal Cristina Da Dalt y otra del concejal Mauro Bignert, con una muy breve fundamentación del por qué se rechazaba.
En diez minutos estaba todo dicho: San Rafael mantendría sus imágenes y sus nombres. El Concejo Deliberante rechazaba unánimemente el nefasto proyecto (ver decreto: http://es.slideshare.net/DebateMendoza/rechazo-municipio-laico-san-rafael-decreto-5625). Vimos con emoción el arrío de nuestra Celeste y Blanca.
Sólo quedaba una cosa por hacer: dar gracias a Dios, porque indudablemente era su obra. Él había ganado esta batalla. Quiso ganarla para bien de nosotros sus hijos.


Reflexión:
Esto no es más que otra batalla en la continua lucha que San Agustín plasmó en “De Civitate Dei”. Dos ciudades se han trabado en una lucha hasta que las separe el juicio final: «Dos amores, pues, fundaron dos ciudades: el amor del hombre hasta el desprecio de Dios, la terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial. La primera se gloria en sí misma y la segunda en Dios […].»[4]
Como en toda lucha, el ejército combatiente debe estar unido y revestido de las armas convenientes. Las armas ya las tenemos: la unidad en la Fe y en la Caridad, inteligencias lúcidas y voluntades firmes. Creemos que hay varias en esta Patria chica. Sólo debemos darnos cuenta de que cuando nos unimos en la Verdad de Cristo es cuando más dejamos que Él actúe. No sea que Cristo quiera conseguir varias victorias más y por causa de nuestro orgullo, pereza o separatismos, dejemos de hacer que sea Él quien Reine.
“¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! (…) Sé Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Ti; devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. “[5]





[1] Nótese que no lo decimos nosotros. Lo decía la gente en el kilómetro cero de nuestra Ciudad cuando se les preguntaba acerca de lo que pensaba.
[2] Un dictamen es un instrumento que contiene una fundamentación desde el aspecto jurídico, y que tiene como fin instruir a aquellos que deben dar su consentimiento o no sobre un aspecto determinado. Los dictámenes no son vinculantes, es decir, no obligan a que quienes deben manifestar su voluntad lo hagan necesariamente en el mismo sentido. Podría suceder que el dictamen propusiese un rechazo y que luego, alguno de los concejales hubiese votado por la afirmativa.  
[3] Los miembros del Concejo son doce, pero el concejal Serra se ausentó por motivos personales.
[4] San Agustín, “La ciudad de Dios”, cap. XXVIII
[5] Fragmento de la oración que fue prescrita por Pío IX en 1925 para la fiesta de Cristo Rey.


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