jueves, 11 de junio de 2015

¿Ni una menos?




Por un vasallo de mi Señor

La semana pasada nuestros medios y calles se llenaron con una consigna: ¡Ni una menos!

Ante una primera impresión (y para muchos fue la única) se estaba luchando por algo verdaderamente loable: que las mujeres de nuestra patria no sufran más la violencia de aquellos que las rodean.

Digo verdaderamente loable, porque como personas de bien no puede sernos indiferente el que un hombre use su fuerza para provocar daños o para agredir verbal o psicológicamente a una mujer.


sábado, 2 de mayo de 2015

Adiós al proyecto de un "Municipio Laico"




por un vasallo de Nuestro Señor


Hace un tiempo atrás, más precisamente a fines del año pasado, tomábamos conocimiento de una noticia que nos llenaba de enojo, tristeza y hasta –hay que confesarlo- un poco de temor. Se había presentado un proyecto para la eliminación de las imágenes religiosas de los espacios públicos y la no utilización de nombres con contenido religioso en establecimientos educativos o sanitarios.
No fue difícil saber quién estaba detrás. La APDH volvía a hacer de las suyas. Ahí fue donde nos quedamos un poco más tranquilos. No les había ido bien tratando de hacer más laica la enseñanza pública, buscando por la vía judicial eliminar la festividad de la Virgen del Carmen de Cuyo y del Patrón Santiago. Entonces… buscaron otra vía.
En esta ocasión querían que El Honorable Concejo Deliberante de San Rafael aprobase este proyecto suyo, convirtiéndolo así en ordenanza municipal.
Habiendo tomado conocimiento de esto, muchas agrupaciones, comenzaron a moverse para no permitir que este proyecto fuese aprobado. No costó mucho ver la adhesión masiva de la gente a nuestro ideal. Escuchábamos frases como: “¿Por qué quieren sacar las imágenes?”, “¿No hay otros asuntos más urgentes en que se podrían ocupar los de los derechos humanos?”.[1]

domingo, 26 de abril de 2015

Instrucciones para elaborar un discurso postelectoral estándar en 12 pasos


Por Dolores Argentina





1º. Sonría: no importa si sacó el 5%, debe parecer feliz. Levante las manos, es un gesto infalible.
 
2º. Salude a quienes están debajo del escenario como si los conociera de toda la vida. Finja expresiones como «¿qué hacés, Cacho?» o «¿viste? ¡Te dije que llegábamos!», aunque no conozca a nadie ni sepa a ciencia cierta a dónde ha llegado.

3º. Intente hablar. Omita decir «a ver si se callan estos pelotudos» o cosas por el estilo. Sonría y levante las manos. Si sabe bailar, hágalo. Si baila como Mauricio Macri, mejor quédese quieto.

4º. Comience su discurso con un gracias. Aunque no sepa bien por qué. Eso se resuelve sobre la marcha. Agradezca primero que nada a la democracia y a los demás candidatos. Éste es el negocio que nos une a todos, no lo olvide.



5º. Agradezca a la gente: a los que lo votaron y a los que no. Dígalo como si fuera una originalidad suya.

6º. Haga una pausa para que los (pelotudos) militantes canten algo, salten y aplaudan... si es que se avivan. En caso contrario indique con la manito que tienen que saltar. Siempre sonriendo.

7º. Agradezca nuevamente. Si tiene un jefe político, nómbrelo levantando la voz. Usted bien sabe el refrán: «hacéte amigo del juez, no le dés de qué quejarse…», como dijo Martín Fierro. O el Viejo Vizcacha, es lo mismo.

8º. Agradezca al Partido. Hágalo como si su lealtad fuera incondicional. No escatime críticas sutiles a los demás partidos. Si usted un día cambia de facción, nadie se acordará de sus palabras. Incluso es probable que nadie se acuerde de sus palabras dentro de cinco minutos.

9º. Llegado a este punto usted puede agradecer también a su mamá, a su papá, a su señora, a su perrito, a Pitu, Choli, Tito, Lalo, Troli y toda la gente que se le ocurra. Omita los punteros y los que pusieron plata en la campaña… ellos ya tendrán lo suyo. O más bien, lo nuestro.

10º. Lo felicitamos: ha concluido satisfactoriamente con la fase de los agradecimientos. A continuación comienza su discurso. Es probable que usted haya consumido ya unos 2 minutos y medio agradeciendo. Le quedan, por tanto, unos treinta segundos para hablar… Vuelva a indicar a los (pelotudos) militantes que salten y griten, a ver si le dan un respiro. Esto de ser dirigente político es tarea ardua en la Argentina. Piense. No demasiado porque podría chamuscar sus neuronas. Si usted es Cristina Kirchner, aproveche para acomodar los micrófonos. Hágase a la idea: intentará usted hablar los siguientes treinta segundos sin decir nada ni tampoco dejar de decirlo. Usted me entendió, no se haga el boludo. Los (pelotudos) militantes se están callando… preparados… en sus marcas… listos…

11º. Ha comenzado la parte crítica del discurso. Acuda a las siguientes frases por si no se le ocurre otra mejor (tres por $1): «somos el cambio», «somos el diálogo», «el otro no es un enemigo», «estamos por los trabajadores», «esto recién empieza» o «hay equipo». En la medida de lo posible, sería bueno que intente agregar alguna frase suya a las arriba citadas. No, señor, no puede comprarlas todas. Señor, en castellano no se dice «creo de que…» sino «creo que…». Tampoco se dice… bueno ya pasaron sus 30 segundos. Termine antes de cagarla de nuevo.

12º. No se olvide de levantar los puños en señal de victoria al terminar su discurso. Sí, aunque entre siete precandidatos su fuerza haya sacado sólo el 18%. Abrace a sus compañeros. Emociónese si puede.

13º. Recuerde sonreír. Siempre. Y levantar los brazos.